El tercer recinto del octavo circulo, se encuentran con los
simoniacos, están enterrados cabeza abajo, y sus pierna son devoradas por las
llamas. Se detienen a conversar con Nicolás III.
Metidos de cabeza en la aberturas de los simoniacos, con
intimidad y con fianza propone Dante el descenso, Virgilio lo concede y protege
la marcha teniéndolo firme a su lado.
Dante muestra el desprecio que le merecen estos infatuados
papas; alude al texto apocalíptico 17,1-3.
Este texto se refiere a los diez mandamientos con los cuales
comando la Iglesia sobre los pueblos cristianos. Virgilio muestra satisfacción
y hasta admiración por la honestidad de Dante.
Recinto 4º. Los adivinos y los magos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario